lunes, 25 de julio de 2011

REALIDAD DE LOS JOVENES DE HOY

REALIDAD DE LOS JOVENES DE HOY
Entrevista a una experta en Pastoral juvenil


MJ: ¿Cuál es tu visión actual concretamente del mundo de los adolescentes? ¿Cómo los ves? ¿Cuáles te parecen sus mayores problemas? ¿Cuáles sus más grandes valores?

Comenzaré diciendo que el mundo de los adolescentes, no es homogéneo, sino muy heterogéneo. No podemos meter a todos los adolescentes en el mismo saco. Ya el gran sociólogo Javier Elzo, por el año 1996, hizo un informe para la Fundación Santa María, en el que afirma que hay, al menos, seis tipos de jóvenes: Los integrados (el 38 %), los postmodernos (el 24 %), los reaccionarios (el 15 %)los pasotas (el 10 %),los radicales (el 2 %) y los liberales-conservadores (el 13 %). Yo puedo afirmar que un 60% de los adolescentes de hoy son personas que "se dejan vivir", son como peces que arrastra la corriente, que se llama sociedad. Su gran ideal es casi vivir el sexo y engancharse a la cultura de muerte: el consumismo irracional, el alcohol, las drogas, el tabaco, el ateísmo y la "teleinvasión". También hay un 40% de adolescentes que son responsables y quieren ser verdaderamente libres y van por la cultura de vida: el amor en gratuidad, la solidaridad, el pertenecer a una ONG humanitaria, el fraguarse un futuro feliz y el sentir, cada día, la alegría de vivir y de ser persona libre. Los grandes problemas de muchos jóvenes son el caminar por cultura de muerte y cultura light, con las cuatro notas que la definen: una cultura hedonista, consumista, permisivista y relativista. Un 40% de nuestros adolescentes, camina por sendas de cultura de vida y sus grandes valores son: la solidaridad, la lucha por los derechos humanos, la responsabilidad, la fuerza de voluntad y el "ser uno/a mismo/a".

MJ: Desde tu experiencia pastoral, ¿por dónde te parece que debe ir la acción pastoral con los adolescentes? ¿cuáles son sus grandes retos? ¿cómo plantearla?

La acción pastoral debe ir por caminos de cercanía, de acogida, de mentalización y celebración de valores básicos. Los agentes principales para realizar esta acción pastoral deben ser hombres y mujeres comprometidos, hombres y mujeres que viven, cada día, el amor maduro y gratuito que, siempre es: paciente, amable, alegre, positivo, que "disculpa, espera y aguanta sin límites". Es cierto que la acción pastoral corresponde a todo bautizado/a consciente y maduro. Pero los adolescentes de hoy, escuchan mejor a los hombres y mujeres que viven esos valores de los que hablan, más que a los predicadores "por oficio". Los grandes retos de toda acción pastoral son transformar y transfigurar adolescentes viejos en "adolescentes nuevos", en lograr que los adolescentes dejen su cultura de muerte y se enrolen en la cultura de vida, que es la cultura de la felicidad y libertad verdaderas, de las que tanto hambre tiene nuestros adolescentes de hoy. La acción pastoral se debe plantear con métodos que logren adolescentes de gran personalidad, humana y cristiana, en la que ellos/as sean sus autores y los actores.

MJ: ¿Qué les dirías a cuantos hoy trabajan educativa y pastoralmente con adolescentes?

Yo les daría estas cuatro herramientas para trabajar en Pastoral con adolescentes: Ilusión, comprensión, responsabilidad y amor en gratuidad. Con estas cuatro herramientas, bien entendidas y vividas, se forjan y se consiguen "adolescentes nuevos" en la vieja sociedad.

MJ: ¿Cuál es tu visión actual concretamente del mundo de los adolescentes? ¿Cómo los ves? ¿Cuáles te parecen sus mayores problemas? ¿Cuáles sus más grandes valores?

Su horizonte social, eclesial y personal está muy oscuro y lejano. Es lógico que no tengan muy claro el sentido de la vida y que los ideales no estén bien determinados. No cuentan con modelos cristianos de identificación de calidad y cercanos. No les resultan asequibles, material o psicológicamente, los grupos cristianos de pertenencia donde reconocerse, apoyarse y proyectarse. A su favor están los pocos años de vida y la obligada proyección al futuro, la búsqueda de la verdad y de la autenticidad. Son sensibles a propuestas ilusionantes que no faltan tampoco. Algunos logran encontrar modelos de identificación en su entorno. Los que contestan el consumismo y el bienestar, están cerca del Reino y es de esperar que otros se hastiarán de esta sociedad materialista y recuperarán valores humanos y religiosos. De la religiosidad difusa y difuminada pueden llegar a una fe personalizada más plenificadora. El horizonte cristiano, que probablemente se dibujará con mayor nitidez tras estos años de convulsión y pasotismo, lo verán cada vez más como utopía, referencia o meta. Durante unos pocos años no van a ser más que un grupo de peregrinos, por la Iglesia y la sociedad. Eso, sí, motivados, concienciados y cada vez más activos.

MJ: ¿Cuál es en estos momentos tu visión del mundo de los educadores, catequistas, animadores y agentes de pastoral de juventud?

Algunos están marcados por las nostalgias de tiempos mejores, por el cansancio natural, por la inseguridad ante tantos cambios y al constatar una cierta incapacidad de llegar a los jóvenes. Alguno se sitúa lejos, con psicología de rechazado y hasta enfrentado. Otros se debaten buscando lugares de encuentro, buscando iniciativas o repitiendo lo que cree que le sirvió antaño. Los más jóvenes ponen evidentemente toda la ilusión, algunos creen acertar en la amplia convocatoria, en el seguimiento de grupos y procesos. Pero...su juventud dura poco mientras que los jóvenes no paran.
En la Iglesia habría más jóvenes si hubiera más espíritu joven. También en ciertos jóvenes educadores. La búsqueda de seguridades empujan a algunos a una espiritualidad seria, encarnada y pascual, a otros les empuja a la contemplación. No faltan los que se instalan en la autocomplacencia, en la calidez del grupo pequeño y los se enredan en multitud de actividades gratificadoras que, en algunos llevan al activismo o huida hacia adelante. Esas energías pueden quedar desaprovechadas por falta de modelos aceptados de pastores de mayor vida y experiencia, o por la natural desconfianza hacia el pasado. Todas las generaciones quieren descubrir su propio mediterráneo y hacer sus propios recorridos.

MJ: Desde tu experiencia pastoral, ¿por dónde te parece que debe ir la acción pastoral con los adolescentes? ¿cuáles son sus grandes retos? ¿cómo plantearla?

Creo que debe partir de sus intereses, necesidades, realizaciones y posibilidades. Ni desde nuestros esquemas, ni desde nuestra ortodoxia, nuestra moral o nuestra Iglesia. Debe llevar a la apertura a la trascendencia para llegar a Cristo. La Iglesia es medio, debe ser medio, no estorbo. Si de verdad llegan a Cristo, seguro que harán Iglesia. Es casi imposible la maduración en la fe sin una Iglesia de comunidades vivas. Sin el seguimiento “materno-pedagógico” de cada uno. Sin grupo y sin implicación en la vida eclesial y social. Hay que hacerles comprender y vivir que los jóvenes no son la iglesia del mañana, son ya la iglesia, evangelizadores y agentes de transformación de su ambiente y entorno. Hay que ayudar a descubrir, con procesos muy serios pero muy flexibles, el sentido de la vida, las fuentes de la felicidad, y de su protagonismo. En la auténtica fe, vivida en comunidad, se responde a muchos de los intereses, necesidades y potencialidades.

MJ: ¿Qué les dirías a cuantos hoy trabajan educativa y pastoralmente con adolescentes?

Totalmente desaconsejable trabajar solos. Formen parte de un grupo, comunidad, asociación. Entrenarse para el éxito y para el fracaso. Tenerlos previstos. Escuchar mucho, escucharse poco, escuchar experiencias, hacer oídos sordos a los lamentos de otros educadores fracasados o “aparcados”. Sin constancia, esfuerzo, paciencia, no se madura, no hay ni fe, ni pan ni vino, ni eucaristía, ni comunidad, ni testimonio. Ni educador. Somos gente de esperanza y esperanzadores, optimistas y entusiastas. Tan importante y estimulante es saber que contamos con Dios como saber que Dios cuenta con nosotros.